Las técnicas para proveer de raciones de comida y bebida a los ciclistas de la Vuelta al Ecuador Banco Pichincha apenas difirieron entre un equipo y otro. En este post descubriremos el mundo ajetreado del personal de abastecimiento con el contaron los 15 equipos para suplir la necesidad de nutrientes e hidratantes de los deportistas durante las más de tres horas de recorrido sin parar. Una responsabilidad asumida por fisioterapeutas, mecánicos, conductores y hasta por los coordinadores de las delegaciones.
Una rodaja de manzana, un guineo y una caramañola llena con agua fue la primera dotación que, por ejemplo, recibieron Yonathan López y sus cuatro compañeros, antes de empezar a competir en la cuarta etapa de la Vuelta al Ecuador Banco Pichincha. Los ciclistas del equipo Nariño-Superbota guardaron la ración con cuidado en los dos bolsillos de la parte inferior trasera de sus camisetas. Ya en plena carrera, les sirvió para recuperar las energías perdidas por el intenso pedalear.
Cada movimiento cuidado al detalle
Álex Atapuma, director técnico del Nariño-Superbota, se preocupó cada día de proveer a todos de las raciones necesarias. Envolvía los pedazos de manzanas en papel de aluminio para evitar que se oxiden y todo lo trasladaba en fundas y recipientes en el vehículo de abastecimiento.
Casi al mismo tiempo, se encargaba de las bebidas hidratantes para reponer los líquidos, carbohidratos y electrolitos. Con la asistencia del conductor Danilo Bolaños, preparaba al menos ocho litros. Por cada litro de agua, se agrega dos cucharadas de sales minerales, para recuperar las sales que pierde el cuerpo mediante el sudor.
Atapuma se ubicó junto al vehículo de abasto de su equipo y que formaba parte de una hilera de autos y camionetas, rodeados de ciclistas y bicicletas, que irrumpieron la rutina casi silenciosa de San Roque, en el cantón Atuntaqui, sitio de partida de la cuarta etapa.
80
caramañolas de líquidos consumieron
a diario algunos de los equipos.
Unos segundos para pasar las “balas”, alentar y dar instrucciones
Más adelante se encontraba el del equipo CPN-Liga Deportiva Universitaria. Jorge Tapia era el encargado de preparar lo que él denomina las “balas”: un enrollado hecho con una rodaja de pan, jamón y queso o mermelada envueltos en papel aluminio para pasar sin dificultad a los ciclistas desde la ventana del vehículo de abasto o cuando el comisario de la Vuelta autorice poner “pie a tierra”. Todo ocurre en cuestión de segundos, en los que aprovechan para alentar a los corredores o dar alguna instrucción técnica.
Francisco Crespo, masajista y responsable de abasto del equipo Canel’s Pro Cycling, de México, se dedicó a preparar cuatro o cinco enrollados de jamón por ciclista y hasta 40 litros de líquidos hidratantes. El menú matinal para cada uno consistía en arroz acompañado de huevo y alguna pasta, jugo de frutas o cereales.
Es muy importante que el ciclista desayune bien para que su organismo resista la exigencia y el desgaste de calorías al pedalear cientos de kilómetros diarios.
Francisco Crespo del equipo Canel’s Pro Cycling
Habilidad para alimentarse y seguir pedaleando
Con una singular destreza, el ciclista carchense Joel Burbano, del equipo Sin Fronteras, tomaba las raciones con una mano, mientras la otra sujetaba el timón de la bicicleta y no paraba de pedalear en el ascenso por la carretera Panamericana, después de pasar el caluroso Valle del Chota.
Minutos después buscaba que le proporcionen más agua y la fisioterapeuta Camila Caicedo descendió del carro de abasto para entregarle dos caramañolas. Al final de la cuarta etapa del la Vuelta al Ecuador Banco Pichincha, la recompensa les llegó a todos los integrantes del equipo, al ver a su pedalista, veterinario de profesión, cruzar primero la meta en el cerro Guagua Negro, en el sur de Tulcán.