El trabajo más exigente para los mecánicos recién empieza al final de cada etapa. Presurosos, recogen las bicicletas para cargarlas en los vehículos de abastecimiento y trasladarlas hacia el sitio de concentración.
Después de un almuerzo rápido, Byron Salazar, mecánico del equipo Saitel de Imbabura, apura las horas en el mantenimiento de cada bicicleta (5 en total): lavado con agua y jabón, secado, ajuste de pernos y más partes, lubricación y puesta a punto con aceite y grasa en las cadenas, piñones y platos de cambios.
Es importante que las llantas no presenten cortes, las cadenillas de los frenos no tengan alguna fisura y que los rodachines estén bien ajustados, comenta Jorge Montenegro. Casi de memoria, el experimentado mecánico sabe dónde va cada una de las decenas de piezas. Antes de iniciar la Vuelta, él y los otros dos mecánicos del equipo Movistar hicieron acopio de suficientes llantas, tensores, manilletas, cintas, cables, cauchos… incluso asientos que llevan en un furgón de abasto con 16 bicicletas. Wilson Pasquezán, del equipo Sin Fronteras de Carchi, lleva desarmadores, llaves de radio y de tors, tronchas de cadenas y más en sus dos pequeñas cajas de herramientas.