Los startups tienen dos fuentes principales de financiación, que se diferencian por el momento en el que entran a invertir en el proyecto. Y, cuando hablamos de inversión, no solo nos referimos recursos económicos, sino también a equipos e incluso infraestructura para que estos negocios puedan funcionar correctamente.
Por una parte, las incubadoras y business angels son empresas dedicadas a encontrar futuras startups que tengan un alto potencial para ser rentables. Cuentan con expertos y asesores especializados, que “cazan” buenas ideas de negocio y trabajan junto a los emprendedores para poner en marcha su proyecto.
En cambio, las aceleradoras se encargan de vigorizar una startup que ya está en desarrollo. Los procesos de aceleración ofrecen soporte de gestión y orientación que facilitan la transición de ideas sólidas a hechos reales. Se trata de un trabajo de mentoría para que el proyecto avance más rápido.