El backdoor es un elemento casi imperceptible de los malwares que identifica los puntos vulnerables de acceso en un dispositivo y le da control parcial o total a otras personas para que hagan lo que quieran con él.
Cuando tienen fines maliciosos, estas “puertas traseras” se descargan junto a programas y apps infectadas por un virus para que un tercero use tu equipo como si estuviera sentado frente a él.
En el mundo del cibercrimen, los backdoors se usan como arma para cometer delitos como:
- Reclutar el equipo en su botnet y colapsar páginas web, contaminar a otros dispositivos con virus o enviar spam desde el correo electrónico de la víctima.
- Manipular su información, para enviar, descargar, recibir y borrar cualquier archivo en el equipo.
- Extorsionar a la víctima a cambio de no publicar fotografías o información privada.
- Robar su dinero, ya que los ciberdelincuentes podrían acceder a su cuenta bancaria y dejarla sin un centavo.
Para entrar en el equipo usarán técnicas de ingeniería social como el phishing, actualizaciones de seguridad falsas y/o anuncios publicitarios engañosos (adware).